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Una pedagogía crítica exige

el Ecuador

Quito, 12 de junio de 2023

 

El tema del pensamiento es clave para entender el discurso que está detrás de la práctica pedagógica. Existe un pensamiento oficial cuando el texto retrata la realidad como una fotografía, y un pensamiento diferente o divergente –también conocido como pensamiento lateral– cuando se representa a la realidad con un enfoque subjetivo, que se conoce como creatividad. 

Paradigma 'reproduccionista'

La educación en el Ecuador, en general, promueve el pensamiento oficial, que en la práctica significa la repetición, copia de conceptos o puntos de vista. Lo mismo sucede con la cultura, la política, la economía y todas las formas de organización social. 

El paradigma “reproduccionista” está instalado en un modelo de pensamiento, que impide o retarda cualquier tipo de transformación. Todo pasa por la mente y las visiones que, a través de las estructuras cognitivas, configuran actitudes y comportamientos admitidos por el colectivo. 

El pensamiento divergente o pensamiento lateral, según Edward De Bono, debería ser fomentado en todo escenario vital y no solo en las aulas, porque es el pensamiento que fundamenta el cambio, la búsqueda de causas y efectos de los fenómenos, y sobretodo visiones más amplias y globales de la realidad. Su punto de partida y llegada es la innovación. 

Los expertos afirman que los seres humanos utilizamos apenas un 10% de nuestras neuronas. De ser así necesitaríamos no solo empeños sino estrategias para desarrollar el pensamiento divergente, que nos ayude a llegar “hasta el nivel de nuestra incompetencia” (Principio de Peter). 

El pensamiento divergente debe ser reconocido como un espacio democrático que permita acuerdos y disensos sobre temas de interés nacional. La opción es clara: más sobre lo mismo o un cambio responsable. Pero, ¿dónde se aprende el pensamiento lateral? 

La semiótica didáctica 

El ámbito de estudio es el llamado currículo oculto, no escrito o no verbalizado. Descifrar este problema –que, en esencia, es el problema del poder- sugiere una tarea compleja que, según los especialistas, tiene vigencia y más impacto que el currículo escrito -que se articula en los contenidos del plan de estudios-.

Un ejercicio investigativo serio, que busque alternativas teóricas y metodológicas para indagar algunas aristas del problema, a través del análisis del discurso pedagógico, ofrece la semiótica didáctica sugerida por Jacques Foucault. 

Una de las alternativas se inspira en la teoría crítica que se fundamenta en la afirmación que los “hombres y mujeres somos en esencia libres y que habitamos un mundo repleto de contradicciones y asimetrías de poder y privilegios”. 

La teoría crítica aprueba los enunciados que reconocen los problemas de la sociedad como algo más que simples hechos aislados de los individuos o deficiencias de la estructura social. Individuo y sociedad están entretejidos. 

Intenta trazar interacciones desde el contexto a la parte, desde el sistema interno al hecho, lo cual revela un pensamiento dialéctico, en la medida que reconoce a la educación como un espacio de reproducción de saberes dominantes, ante lo cual sería posible, lejos de los determinismos, la construcción social de los conocimientos y optar por la estrategia del “conocimiento emancipatorio”, que es la posición central de Jürgen Habermas. 

Lenguaje, conocimiento y poder 

El docente tiene dos misiones básicas: revelar cómo la subjetividad es construida y legitimada por medio de los discursos pedagógicos, y desafiar las relaciones imaginarias que los estudiantes viven, relacionadas con las condiciones simbólicas y materiales de su existencia. 

Se sabe que la labor del docente no es neutra; no es “inocente”. Si no hay esfera neutral, ¿cómo articular la experiencia del estudiante con los objetivos de aprendizaje? 

El discurso del docente no puede quedarse en la denuncia social o en la disonancia cultural. El maestro debe ser consciente de que el lenguaje, el conocimiento y el poder están fuertemente unidos. Por eso, revertir con investigación y pasión, con ciencia y consciencia, antes que capitular ante el statu quo -caracterizado por el “vacío ético” y las desigualdades actuales que son abrumadoras- es un desafío del docente del tercer milenio. 

Comunicación y pedagogía 

En las siguientes líneas, algunos puntos a considerar: 

  • La naturaleza e impacto de los mensajes –conscientes e inconscientes- del docente en sus alumnos (la transmisión reproductora de la herencia cultural). 

  • El análisis del discurso pedagógico, en la educación básica, –poco estudiado en nuestro medio- y sus repercusiones en la formación o la deformación –en casos- a través del uso social del discurso, la intencionalidad que trae aparejada y, por supuesto, sus posibles efectos en el ser y el modo de ser de los niños, niñas y adolescentes. 

  • El inventario de las formas discursivas, como paso previo para identificar el meta discurso que subyace en “lo dicho y lo no dicho”, es decir, en el texto y el currículo oculto, y su problema básico: la naturaleza de los objetos del saber –modales o propiamente semánticos- que comunican los docentes. Los estudios de Daniel Prieto, argentino, son interesantes. 

  • Si bien existen algunos estudios sobre los textos escolares, la importancia de la comunicación lingüística, la semiótica didáctica y la incidencia del currículo oculto en los aprendizajes, no han sido considerados como objetos de investigación prioritarios en el ámbito de la educación. 

  • Se advierte, por tanto, la poca o ninguna articulación existente, en el plano fáctico, entre la comunicación y la pedagogía, para la construcción de mensajes con intención educativa, sobre la base de análisis rigurosamente científicos del discurso pedagógico y propuestas para construir nuevas capacidades narrativas. 

Discurso crítico: nuevo papel de la escuela 

Lo anterior establece la grave incidencia de la educación de corte “reproduccionista”, en general, y de la pedagogía subyacente, en particular, que mutila la vida mediante el desarrollo del pensamiento y la formación de valores del estudiante ecuatoriano, que se expresan, en distorsiones o arquetipos discursivos, verbales o no verbales, que contribuyen a instaurar un modelo autoritario y hegemónico generador, correlativamente, de baja autoestima y sentimientos de inferioridad reconocidos en varios estudios precedentes. 

Es indispensable subrayar la necesidad de encontrar en un nuevo discurso pedagógico crítico y en las nuevas capacidades narrativas, la raíz de un cambio cualitativo de la sociedad, en el que la escuela debe influir y así mejorar los aprendizajes y formar un discurso crítico en los estudiantes. 

Enseñar a pensar con criticidad es la clave para una transformación educativa integral. Hay que insistir en el desarrollo cognitivo y en la meta cognición, así como en el pensamiento lateral o divergente de todo el profesorado. Por eso, si no hay cambios radicales en la formación inicial y continua de los docentes, seguirá la mediocridad y la retórica del cambio, y el verdadero mejoramiento de la calidad con equidad será una utopía.

Fausto Segovia Baus

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