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El endograma es un micro sistema para entender el Ecuador

Quito, 26 de junio de 2023

 

El endograma genera varias lecturas; en este caso sobre la realidad política y económica, los liderazgos, así como de la marcada debilidad de la familia y la caída de los referentes ante un modelo marcado por el individualismo y el hedonismo. 

Un punto de partida es el reconocimiento –aunque nos pese- que nuestra sociedad está profundamente enferma. Y esta enfermedad no es otra que la desvalorización del “otro” y del “nosotros”, en aras del egoísmo, el dinero fácil, la ganancia oportuna, el placer superfluo, el poder por el poder y, en general, el doble estándar o doble moral que atraviesa todo el cuerpo social.

Una sociedad deformada por valores -que se predican, pero no se viven- es el caldo de cultivo de la incertidumbre y la degradación paulatina, donde la infracción es la norma y no la excepción. Así, vemos con tristeza que en muchos espacios sociales, económicos y políticos prevalecen la mentira y el engaño elevados a la “categoría” de fortalezas de unos cuantos, porque la picardía o la “viveza criolla” prevalecen en un sistema que otorga poder y ganancias sin límites a costa de un Estado -de todos y de nadie-, que la mayoría quiere perjudicarle o sacarle ventajas. 

El 'ethos' 

El endograma, según los estudiosos de las ciencias de la cultura, explica en parte este fenómeno. El endograma es una impronta o matriz mediante la cual los sujetos internalizamos y aplicamos valores, actitudes y creencias propios o ajenos, que se expresan en prácticas sociales conocidas como “ethos”. 

La cultura está “llena” de endogramas que dan carácter, diferenciación e identidad a los pueblos y naciones. Las culturas científicas, por ejemplo, tienen un fundamento lógico o racional; en las culturas andinas, en cambio, prevalece el mito: la tradición y la reciprocidad antes que la contraprestación. 

Familia y escuela 

Los vehículos para crear endogramas han sido por antonomasia la familia y la escuela, como entidades formadoras de valores humanos, y dentro de este contexto, la religión también articuló las creencias, los conocimientos y las prácticas individuales y sociales asociadas a un conjunto de valores reconocidos por la comunidad. 

Hoy, algunos medios y sus estrellas (las cuatro pantallas) -la televisión, el celular, las redes sociales y los video juegos- han colocado en el mismo “saco” a los objetos de consumo masivo junto a los valores humanos, otrora referentes máximos de nuestra cultura. 

El resultado de esta “ola” de permisividad ha sido avasallador. La amoralidad secularizadora -en buena hora si está imbuida de una ética civil y tolerancia, frente a dogmas moralizantes- ha quitado y menoscabado referentes, que ahoga el grito de unos pocos que predican en el desierto. ¡Y el resultado -en parte impregnado de corrientes globalizadoras- frente a la eliminación progresiva de los dogmas ha sido el vacío ético! 

Lo grave es que frente a esta gigantesca “ola” la educación no hace nada o muy poco; más bien reproduce el modelo centrado en la anomia. 

Alguien decía que el sistema educativo “se colgó” hace algún tiempo. Porque la escuela ha perdido espacios reales en lo que formación se refiere, los chicos no leen, los profesores tampoco. Y la educación no crea endogramas –valores- que se conviertan en “carne” de nuestra cultura. Nos vamos vaciando, poco a poco, de nuestro ser, llenos de aparatos y tecnologías que “atrapan” a nuestros niños y jóvenes, futuros consumidores de corrupción (antivalores). 

Y así, el ritual de cada mañana se repite, cuando vemos y leemos las noticias, y repasamos ingenuamente el gol o el autogol que, de tiempo en tiempo, nos meten nuestros líderes. 

¿Disfunción cultural? 

Se ha dicho que la racionalidad científica-técnica domina en el mundo. Desde la perspectiva indígena este es un modelo de pensar y sentir “impuesto” desde la modernidad de Occidente. En el mundo andino, en cambio, prevalece la racionalidad mítica -el sentipensamiento-, que no ha logrado interiorizar -pese a los intentos- ese conocimiento o endograma nacido de su matriz o impronta cultural. ¡La interculturalidad todavía es un mito! 

Una constatación: el discurso pedagógico oficial no ha necesitado de la fuerza para lograr la manufactura de la hegemonía, sino que la cultura subordinada y burocrática se ha suscrito activamente –a través de signos, símbolos y representaciones, denominados imaginarios o imagos- a los valores y objetivos de la cultura predominante, sin estar los sujetos (profesores, estudiantes, padres de familia), conscientes de la fuente de esos valores y, sobre todo, de los intereses que los conforman. 

Se observa así una disfunción cultural, que distorsiona el proceso de enseñanza-aprendizaje, por las carencias de liderazgos éticos, culturales y pedagógicos -que sí los tenemos-, como los pensamientos de Eugenio Espejo, Juan Montalvo, González Suárez, Juan León Mera, Víctor Manuel Peñaherrera, Agustín Cueva, Fernando Chaves, César Mora, Emilio Uzcátegui, Carlos Paladines, entre otros. 

Más identidad 

El discurso pedagógico tradicional enseña “lo de afuera” donde existe un torrente de información, pero no de conocimiento. Y no ha llegado a descifrar y descubrir a la cultura propia, “desde dentro”, así como promover la interlocución. 

De esta manera, las externalidades dadas por los contenidos del discurso oral y escrito, unidas a la memorización no jerarquizadas por un aprendizaje significativo, predominan sobre la internalización de los procesos y el desarrollo de las sensibilidades, hoy estimuladas por el lenguaje icónico proveniente de las imágenes y los sonidos. 

Las repercusiones de este problema, cuyas causas Erika Silva las ubica en la etnicidad, prefigura un país carente de una auténtica identidad nacional, fragmentado y con un bajo auto concepto de sí mismo. 

La investigación sobre el discurso pedagógico y los aspectos del currículo oculto, serían los mecanismos idóneos para reforzar una cultura y una ideología hegemónicas, siendo el modelo de reproducción del discurso dominante el eje de la dependencia donde el “enmarcamiento” del docente es muy fuerte. 

Propuesta 

Sería interesante que el Ecuador asuma un pensamiento pedagógico, que podría guiar a las generaciones presentes y futuras. Propongo la figura, la obra y el pensamiento educativo de Eugenio Espejo -cuyo tema que fue tratado en este espacio-, para que todos los niños, los jóvenes, los profesores y todos los ciudadanos, sin excepción, cultivemos el amor a los libros y a la lectura; el raciocinio, como fuente de conocimiento y libertad; el compromiso con la sociedad y la mejora continua de la escuela. 

Brasil tiene Paulo Freire; Cuba, José Martí; Francia, Juan Jacobo Rousseau; Rusia, Makarenko; Estados Unidos, Dewey… 

¡Estudiemos y apliquemos los endogramas!

Fausto Segovia Baus

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