Foto: Portada Verd Edición 95
Quito, 1 de diciembre de 2016
Redacción Fidal
Revista Verd del mes de noviembre ya se encuentra lista para entrar en circulación. En esta edición (número 95) se hablará del tema Galápagos. Como introducción a esta publicación, reproducimos el editorial de Rosalía Arteaga Serrano, Presidenta del Consejo Asesor de Fundación Fidal:
La primera vez que visité las islas Galápagos tenía 17 años, fui con un grupo de compañeras del colegio, todas entusiasmadas, mareadas por la travesía en el viejo Calicuchima, pero deslumbradas por el color de las islas, por las aves, las iguanas, las tortugas, los lobos de mar, los corales negros, la variedad de conchas, la amabilidad de los isleños.
Se quedaron grabadas en mi retina las bellezas, tanto que consideré totalmente adecuado el apelativo de Islas Encantadas que frecuentemente se les da, desde la época de su descubridor, el fraile Tomás de Berlanga, obispo de Panamá.
La segunda vez que visité las islas, lo hice como Ministra de Educación, y ahí la percepción fue otra, claro que sin dejar de admirar la belleza paisajística, me enteré de la pobre realidad de los habitantes de las islas, muchos de ellos tan abandonados de la mano del estado que, entre broma y verdad, me dijeron que ellos se consideraban menos que los pinzones, los piqueros de patas azules y las propias tortugas que le dan su nombre al archipiélago.
Así las cosas, un lugar considerado un paraíso por los múltiples visitantes, adolece, por otra parte, de falencias y de desatenciones a la población y también requiere siempre rigurosidad en las políticas que tienen que ver con la preservación de su peculiar flora y fauna.
El conjunto de las islas necesita políticas adecuadas para que, por un lado, se mantenga ese extraordinario laboratorio natural, patrimonio de la humanidad, con todas sus riquezas terrestres, marinas y submarinas, paisajísticas y para el estudio de los científicos, y por otro, se de atención a los requerimientos de sus habitantes y pobladores, prestándoles el apoyo que requiere una vida digna.
Las Galápagos son un patrimonio mundial, pero antes de eso son un patrimonio ecuatoriano y lo son también de quienes viven en ella y la cuidan.